jueves, junio 23, 2005

Un español en Madagascar

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Mientra Tony Blair defiende la conveniencia de una remodelación de profundidad de la Unión Europea (esa unidad política, económica y social que destina el 40% de su presupuesto a subvencionar a un 4% de agricultores - en su mayoría franceses - empeñada en mantener la más injusta de las políticas aunque sea a costa de hundir y asfixiar en los mercados internacionales todos los productos de los países africanos que ven como se les cierra el paso en sus desesperados intentos por sacar la cabeza del agujero: un litro de leche holandesa en Tanzania es más barato que un litro de leche tanzana en cualquier mercado de Dar Es Salaam), les invito a que escuchen la entrevista que le han hecho en La Ventana a Carlos Grangel, uno de los diseñadores españoles de la película "Madagascar", de Steven Spilberg, que además de explicar el proceso de creación de este tipo de películas diseñadas por ordenador, da unas claves esenciales sobre el mercado laboral anglosajón comparado con el nuestro.

Hay quien prefiere políticas sociales y laborales que digieren sin problemas tasas de paro superiores al diez por ciento, con contratos basura, con remuneraciones cómicas, trabajando muchas más horas de las convenidas, que mercados "menos sociales" donde hay pleno empleo y salarios más decentes y donde los convenios se respetan.

Los que tienen menos de 45/50 años en este país tienen las penurias de los dos sistemas: echar al trabajador a la calle cuesta dos duros por mucho contrato indefinido que se tenga, los sueldos son bajos, las horas trabajadas más de las convenidas y se exprime al trabajador hasta que hable alemán.