Cuando el optimismo se vuelve un problema

Flojo aunque duro debate sobre el estado de la nación el celebrado ayer en el Congreso de los Diputados.

Rajoy endureció excesivamente su discurso contra la política antiterrorista donde acusó sin demasiado fundamento. La réplica de Zapatero en ese tema fue más sensata y acertada. Flaco favor se hace el PP enrocado en la caverna de Aznar-Acebes, con Rajoy secuestrado por las partes más inmovilistas y faltas de autocrítica de su partido.

Pero también fue sorprendente la carencia absoluta de autocrítica del presidente en la réplica a la buena intervención de Durán y Lleida cuando éste le advirtió de los nubarrones que se divisaban en el futuro económico, haciendo una mención especial a uno de los temas más preocupantes para Cataluña como son las exportaciones textiles chinas.

Zapatero replicó que no hay dato alguno que deje entrever ningún obstáculo en el camino triufante de la economía española.

Ni las advertencias lanzadas ayer por su vicepresidente económico, ni los "graves problemas" que observa el Comisario Europeo del ramo Joaquín Almunia, ni las advertencias del gobernador del Banco de España Jaime Caruana sobre determinados desequilibrios que pueden traer consigo la posible subida de tipos y la previsible desaceleración del mercado inmobiliario.

Ni los problemas sobre los que advierten los mejores gurús extranjeros , ni las sombras futuras que observa un catedrático de economía de una de las mejores universidades americanas.

Ni nuestra alta tasa de inflación, ni nuestra deficiente competitividad, ni nuestras carencias en I+D, ni nuestro cada vez más alto déficit comercial, ni nuestro pobre nivel educativo.

Ni todas estas circunstancias juntas hacen preveer al hombre que en dos tardes aprendió todo sobre la progresividad fiscal, que la economía española en el futuro pueda pasar por momentos complicados.

Es preocupante contemplar tanto optimisto en quién tiene que poner los remedios para que la situación mejore.