El mundo es plano

Thomas L. Friedman es uno de los comentaristas estrella de The New York Times. Ganador de tres premios Pultizer y escritor de numerosos libros, acaba de publicar "The world is flat. A brief history of the globalized world in the 21st century".

El mundo es plano: eso es lo que sostiene el periodista de Minneapolis. Plano como sinónimo de conectado. La disminución de barreras comerciales y políticas y el exponecial crecimiento de los avances técnicos y tecnológicos de la revolución digital han hecho posible hacer negocios y llegar a acuerdos de manera instantánea con miles de millones de personas a lo largo y ancho del planeta.

Emilio Ontiveros le decica una reseña en el suplemento de negocios de El País: "todo empezó con un viaje a la India. Friedman estuvo en Bangalore en febrero de 2000 y, tras una primera reunión con uno de los capitanes de la industria, concluyó rápidamente, con gran excitación y algo de temor, que el mundo se estaba aplanando: todos los centros del conocimiento del planeta se están conectando en una red global que puede conducir a una era de prosperidad e innovación."

Los ingenieros indios formados en sus propias universidades son unos de los profesionales más valorados por las empresas norteamericanas. De hecho Silicon Valley está plagado de chicos jóvenes con la piel color aceituna que a diario cogen el Caltrain para ir a trabajar a sus empresas.

"Las barreras de entrada se reducen, el campo se está nivelando: ahora es posible que más gente que nunca colaboren y compitan en tiempo real en diferentes actividades y desde los lugares más extremos del mundo. Éste se ha convertido en una plataforma donde el trabajo y el capital pueden ser suministrados desde cualquier esquina. (...) Esta cercanía al ideal de igualdad de oportunidades competitivas sólo requiere educación y conocimiento, y éste es hoy mucho más asequible: más barato y, desde luego, más permeable"

Ahí radica una de las claves: la educación. Es cierto que gran parte de los mejores estudiantes indios abandonan su país para ir a trabajar a países del primer mundo, pero no es menos cierto, que ya hay importantes empresas como Hewlett Packard, que han radicado importantes centros tecnológicos a nivel mundial en Bangalore (hp India Software Operations (hp ISO) porque encuentran mano de obra cualificada con unos costes menores y en una zona estratégicamente situada en uno de los epicentros comerciales de las próximas décadas.

No es explotación, es una gran oportunidad para países que han vivido en el subdesarrollo y que ven como importantes empresas se sitúan en su territorio creando puestos de trabajo, trayendo divisas, generando industrias secundarias, fomentando la competitividad y la mejora de los sistemas educativos.

Son empresas que quieren ganar dinero, no son ONGs. Pero crean riqueza. No hace tanto que eso mismo pasaba en nuestro país: la Citroen en Vigo, la Du Pont en Asturias, Ford en Almufasses...

La esperanza se abre para muchos países hoy rezagados en su desarrollo y es una seria amenaza para aquellos otros que quieren mantener sus tradicionales ventajas competitivas.

La competición mundial ha empezado. Y el tiempo corre en nuestra contra.