lunes, marzo 07, 2005

El dilema del prisionero: un acercamiento al laberinto catalan




Dos sospechosos de haber cometido un delito, son detenidos e interrogados en celdas separadas.

Si ninguno confiesa, con base en las pruebas que acumuló la policía, ambos irán a la cárcel por un año.

Si sólo uno confiesa, y además colabora con las autoridades saldrá libre, mientras que el otro, por no colaborar, recibirá una sentencia de seis años.

Si ambos confiesan, la sentencia será de tres años para los dos.

De acuerdo con estas opciones, si cada uno analiza qué le conviene hacer para obtener el mayor beneficio individual posible, concluirá lo siguiente:

Si el otro no confesara, le convendría confesar, para salir libre en lugar de ir preso por un año.

Si el otro confesara, también le convendría confesar, para lograr una rebaja en su pena e ir preso por tres años en lugar de seis.

En consecuencia, independientemente de lo que pueda hacer el otro, le convendría confesar.

Así, los prisioneros se encuentran ante el siguiente dilema:




El problema es que lo individualmente racional conduce al fracaso colectivo.


Veamos pues, utilizando el dilema del prisionero, los posibles escenarios para una salida a la crisis instalada en Cataluña:


Pascual Maragall acusa a CIU de haber cobrado el 3% de las obras públicas catalanas de manera irregular, esto es, les acusa de robar. Artur Mas, líder de CIU, ofendido lo niega y amenaza con romper el consenso en la reforma estatutaria y dar por finalizada la legislatura si el presidente Maragall no rectifica y pide disculpas.


Aquí empieza el dilema del prisionero, que tratando temas delictivos, cobra su máxima expresión.


1.- Maragall mantiene su acusación y Artur Mas persevera en la suya: CIU acude a los tribunales, se frena la reforma el estatuto, probablemente haya elecciones anticipadas y una vez se investigue todo el caso, la justicia puede condenar al presidente de la Generalitat por injurias y calumnias, o puede constatar que las acusaciones de Maragall son ciertas y emprender acciones legales contra CIU por un delito continuado de malversación.

2.- Maragall no rectifica y mantiene sus imputaciones pero CIU no cumple sus amenazas. El presidente sale fortalecido de la crisis y gana en crédito entre el electorado. CIU sin embargo sale muy perjudicada ya que se pueden abrir diligencias penales, instruir el caso, la coalición nacionalista pierde apoyos entre su electorado que se desvía hacía el PP y ERC en las próximas elecciones y su decadencia es total.

3.- Maragall da marcha atrás, rectifica y pide disculpas, pero CIU no las acepta y acude a los tribunales de justicia denunciando al presidente por los delitos de injurias y calumnias. Como el Presidente ya ha dicho que no tiene pruebas, podría ser condenado lo que unido a la crisis desatada tras la crisis del barrio del Carmel, además de otras tensiones que vive el gobierno tripartito entre sus socios y el hecho de no sacar adelante la reforma del Estatuto por el bloqueo de CIU, traería consigo un adelanto electoral en el que quizá el Partido Socialista de Cataluña no ganase las elecciones y se rompiese el acuerdo que permitió el cambio de gobierno en Cataluña después de tantos años.

4.- La última posibilidad es que Maragall rectifique públicamente y pida excusas y que Artur Mas y su partido las den por buenas y pasen página a todo este asunto que para las dos partes ha sido muy desagradable. Pactan la reforma del Estatuto, el tripartito sigue en el gobierno autonómico, la honorabilidad de CIU queda a salvo y vuelve a tener opciones de ganar las próximas elecciones.


Evidentemente esta cuarta y última opción es la más beneficiosa para los dos, pero ya que las decisiones son independientes, y dado que el objetivo de cada uno es lograr el máximo beneficio personal, lo racional es mantener lo dicho en caso de Maragall y cumplir lo amenazado en el caso de CIU.

Pero si los dos se comportan racionalmente, ambos recibirán el castigo.

Recuerden: el problema es que lo individualmente racional conduce al fracaso colectivo.

De lo que no se ocupa el dilema del prisionero es del derecho que todos los ciudadanos tenemos a conocer toda la verdad y que se depuren hasta el final todas las responsabilidades: ...y si tiene que haber “prisioneros” que los haya.

El dilema del prisionero, el más conocido de los problemas estudiados por la teoría de juegos,fue planteado por primera vez alrededor de 1950 por Merrill M. Flood y Melvin Dresher, y más tarde fue formalizado por Albert W. Tucker. Posteriormente John Forbes Nash, Premio Nobel de Economía en 1994, desarrollaría teorías para solución para juegos estratégicos no cooperativos, lo que desde entonces se llamó "el equilibrio de Nash"

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Muy interesante, pero en el dilema del prisionero se supone que los prisioneros están incomunicados. ¿Cómo sabemos que no están negociando una salida?

12:30 p. m.  
Blogger mangallous said...

Muy cierto. De hecho esa incomunicacion es una de sus premisas.
Esto es solo una aproximacion con algunas deficiencias pero que puede servir como punto de vista alternativo.
Y sí...lo lógico es que estén negociando una salida: aunque lo más higiénico sería una cascada de dimisiones. Maragall es un cadaver político.

3:59 p. m.  

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