jueves, mayo 05, 2005

Qué hacer con cuatrocientos mil millones de pesetas




El inversor estadounidense Steve Wynn ha presentado al público su nuevo hotel epónimo, cuya construcción costó 2.700 millones de dólares, es decir un millón de dólares por habitación, un récord mundial.

Oculto detrás de una montaña artificial de coníferas recién plantadas, el hotel forma una inmensa coma con reflejos cobrizos, que se ve voluntariamente misterioso desde la Strip, la principal arteria de la capital del juego.

Celosamente protegido contra la intrusión de cualquier cámara de fotos para mantener el secreto durante algunos días, el interior del hotel de 2.716 habitaciones lleva más lejos el nivel de creación arquitectónica iniciado por Wynn con el Mirage en 1989 y el Bellagio en 1998, dos hoteles-casino vendidos luego por el inversor de 63 años.

Suelos de mármol adornados a veces con pequeños mosaicos de colores vivos, paredes pintadas caprichosamente y mobiliario moderno le otorgan al lugar un aspecto menos formal que el de los grandes competidores del Wynn, el Bellagio y el Venetian, situados a pocos centenares de metros.

El ruido exterior se atenúa por caídas de agua de un altura de hasta 30 metros.

El precio de la habitación para la inauguración es de 329 dólares. Todas disponen de dos pantallas de televisión planas como mínimo, una de ellas en el baño, y sus ventanas van desde el suelo hasta el techo.

El hotel-casino, con 9.500 empleados, está equipado con una sala de espectáculos con capacidad para 2.000 personas, construida para recibir un nuevo espectáculo, «El Sueño», creado por el belga Franco Dragone, quien ya había producido el «Circo del Sol» y el actual show de la cantante Celine Dion, que se mantiene en Las Vegas.

El escenario es una inmensa piscina redonda de cerca de cuatro millones de litros, donde los artistas dan vueltas en el aire antes de desaparecer en las aguas.

El carácter de la galería comercial del hotel está dado por la concesionaria Ferrari-Maseratti, visible desde la calle, con vehículos rojos y negros montados sobre plataformas giratorias.

El restaurante mediterráneo adyacente, Corsa Cucina, mantiene los temas del constructor italiano, con sus bancos de cuero rojo y fotografías de joyas automovilísticas en las paredes.