Pornografía habitacional envidiable
Con el tema de las viviendas de treinta metros de fondo, el suplemento del New York Times en castellano que acompaña a El País los jueves trata el asunto de la reciente compra de inmuebles en la ciudad de los rascacielos debido básicamente a la debilidad del dólar.
Pero lo realmente interesante está en un aparte donde un periodista se hace eco de la irreal imagen que Friends o Woody Allen suelen mostrar de la isla de Manhattan.
"La película presenta a una pareja joven viviendo en un espacio parecido en una buhardilla en el centro de la ciudad. El apartamento tiene un techo de tres metros de altura, con vigas vistas, sólidos pilares de madera, un comedor, una habitación de invitados, una cocina abierta, un piano de cola en el salón, un montón de muebles enormes y confortables, cortinas caras y persianas de madera. La esposa, interpretada por Chlöe Sevigny, es una mujer malcriada con amistades ricas, una princesa de Park Avenue, pero trabaja de vez en cuando como profesora de música. Su marido es un actor en apuros.
Pero Wendy J. Sarasohn, vicepresidenta y agente comercial del grupo inmobiliario Corcoran, calcula que el apartamento costaría dos millones de dólares. Situó el apartamento en Chelsea y calculó que tenía por lo menos 185 metros cuadrados. "No hay forma de que una profesora y un actor sin trabajo puedan vivir allí", añade."
El cine como irreal fábrica de sueños.
Pero a mí los que me dan envidia son Antonio Muñoz Molina y Elvira Lindo en su retiro dorado neoyorquino. Él director del Instituto Cervantes (buen puestazo le ha dado el gobierno ZP) y ella escribiendo artículos, mientras espera que su marido vuelva a casa, para Polanco al estilo crónica provinciana bien pagada de una mujer de barrio madrileño viviendo en la capital del mundo occidental.
Primero fue Toledo, luego Venecia, luego Amsterdam...pero la segunda mitad del siglo XX y estos inicios del nuevo milenio son sin duda de Nueva York.
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